LAS FIGURAS DEL MAL EN EL HOMBRE – Hermenéutica en los laberintos del alma

Autor: Agamenón*
Preocupación Ética [1]
Método

1-a Proposición – Base y fuentes teóricas del ensayo

2-a Proposición del mal libidinal del sujeto en su origen

3-a Proposición sobre el mal infra humano (genocidios y carnicidios) Nazismo

4- Notas de consultas y comentarios

5- Bibliografía consultada

 

Desarrollo

1-a Proposición – Base y fuentes teóricas del ensayo

Estas ideas tienen como objeto desplegar el concepto  de las “figuras  del mal” en el sendero de la historia de la humanidad. Desarrollo algunos aspectos de la mítica de la tradición religiosa «Judeo-Cristiana» justificados en el “Génesis” del Hexateuco, articulados con las tradiciones Filosóficas y otros discursos culturales. Recorro la historia de la caída del “adanismo”, en cuanto primera figura de mal, en la desobediencia a Dios, y la tragedia “Caínica”,  hitos  del simbolismo del mal.[2]

Procuraré, a lo largo de este recorrido, el entrecruzamiento  de los discursos en las letras sagradas, la Filosofía, el Romanticismo Alemán, sostenidos en el campo  Psicoanalítico, con el objeto de investigar cómo se manifiesta en distintas intensidades «el Mal» perteneciente al hombre en sus distintos entramados.

Para ello, tomaré algunas ideas de la Filosofía Medieval y una apretada síntesis, prácticamente nominativa, en autores como Ricoeur, Kant, Nisztche, Chausewits, Foucault, Hanna Arent, Adorno y  Spinoza

Quisiera detenerme y justificar el término “Figuras”; esta metáfora  fue elegida por psicoanalistas, acostumbrados al uso preciso del lenguaje, y no lo creo casual […simples Epiphora, del griego, en el sentido de la metáfora que alude fundamentalmente a la formas corpóreas del contorno, y en un segundo sentido a rasgos, formas y giros, por medio de los cuales el discurso es la expresión de ideas, de los pensamientos o de los sentimientos,  y se aleja más o menos de sus expresiones  comunes…].[3] Es notable la referencia primero a las formas corpóreas, como se verá en el desarrollo.

Todos estos eslabones se engarzan en esta proposición con los desarrollos Freudianos, en las complejas cadenas de la historia de la humanidad que esclavizan al  «hombre por el hombre” en su maldad inherente.

Ricoeur señala [“La decisión de abordar el mal a través del hombre y de la libertad no es una decisión arbitraria sino apropiada a la misma naturaleza del problema… Una libertad que se hace cargo del mal tiene el camino abierto a una comprensión de sí misma excepcionalmente pletórica de sentido.”]  […la oposiciones de los símbolos en la interpretación de la fenomenológica religiosa (hierofanias) y las historias individuales interpretadas por Freud en el simbolismo de los sueños y el psiquismo desbordan las proyecciones de las historias individuales para hundir sus raíces por debajo de los estratos de la arqueología privada individual, en las representaciones básicas comunes de toda cultura, incluso de toda la humanidad…][4]

[¿No están registradas en el inconsciente del sujeto, como luego veremos, las experiencias de “maldad” como parte de toda experiencia humana a través de la historia?]*

Es quizás necesario contextualizar la tesis “del inconsciente” Freudiano – Lacaniano,  estructurado como un lenguaje definitivamente “semántico” con textos y sub-textos en sentido lingüístico, como signos del lenguajes que adquieren sentido de “texto semiótico”, plausible de re – semantización significativa en la experiencia analítica.

Estos conceptos se desarrollan con el propósito de sustanciar la tesis de estas ideas en cuanto a las experiencias de maldad en los sucesivos despliegues del desarrollo de “Lo Humano, demasiado Humano” [5]

Llama la atención, en esta revisión, la ausencia de “figuras del bien”; su presencia parece exclusiva de la tradición hierática, esta problemática planteada desemboca en la dialéctica del hombre,  cuya síntesis  constituye la “Condición humana“.

Adorno, conmocionado por el Nazismo, fundamenta el desarrollo de una “teoría crítica  de la dialéctica negativa” a partir del desarrollo Hegeliano; en el imperativo categórico Kantiano, “nunca más  Auschwitz”.[6]

El estudio de estos conceptos se profundiza  a través de  la teoría  Freudiana, tomando como eje temático el concepto de huellas mnémicas en la ética  del sujeto, como experiencias del hombre registradas psíquicamente en el desarrollo filo – ontogenético, arribando así al el estatuto científico las ideas del sabio  Spinoza.[7]

En esta línea de pensamientos, podemos concluir provisoriamente que en la arqueología mental del sujeto, tal como Freud lo describe en toda su obra, quedaron y están registradas las huellas mnémicas de sus experiencias  con el mal arcaico y presente (en el inconsciente reprimido y el inconsciente primitivo, de orden mítico)[8]

Desarrollo

2-a Proposición del mal libidinal del sujeto en su origen

Estas articulaciones de distintas disciplinas humanistas son atraídas por el tema convocante abarcando el origen del hombre, su mítica, las religiones, etc., confluyendo en el [Iluminismo del Psicoanálisis].*

Veamos  los orígenes etimológicos “del mal” en lo referente a lo malvado del  siglo XII, del latín “malus-fatius“ [malo], como “destino”, … los que sufrieron la maldad.[9]

La maldad en el hombre nace desde el comienzo mismo de la humanidad (Génesis) como uno de los problemas más crípticos en sus orígenes, y en las insistentes repeticiones.

La maldad en el ser del hombre, lo sabemos, es inherente a su esencia desde la historias de las civilizaciones (Sumerios, Espartanos, Persas etc., y toda la mítica Greco – Homérica) cuyo desarrollo supera nuestro propósito  en demasía.

Como antes señalara, intentaré entrecruzar los distintos discursos conciente de la selección de los argumentos, la descontextualización, justificada únicamente a los fines de la demostración de la tesis central del autor sobre el tema tratado.

Seguro de no abarcar todas las miradas en este desarrollo y sobre todo la extensión poli semántica del tema, se hace necesario delimitar algunos aspectos; el concepto, la ilustración, la administración y el pronunciamiento de leyes que establecen el bien y el mal, según mi opinión, surgen fundamentalmente de la historia de las religiones.

Suponemos conceptualmente que en la historia del hombre el Mal y el Bien lo acompañaron en su recorrido experiencial.

Pero en realidad este concepto está sostenido por re significaciones de las prácticas normativas registradas en la historia de las  Religiones. Como veremos también en la lectura libre de la filosofía y la concepción clásica del hombre, en la transparencia de sus obras a mi criterio significativas, dando testimonio de su naturaleza interna.[10] – [11]

Podría sostenerse sin temor a equívocos que la relación del hombre y la naturaleza es una suerte de reelaboración reciproca; por lo tanto, la obra del hombre es la transparencia de su sujeción a la misma, con todas sus implicancias.

En este recorrido circularé por distintos tipos de maldad  del hombre en su carrera [al ser]*, de  diferentes  intensidades, en los  textos Freudianos, desde la mítica del inconsciente primitivo (Antropología Freudiana) a la constitución del sujeto del inconsciente, en su inicio a la cultura.

En mi opinión, es imposible centralizar el mal en único, de una sola raíz, siguiendo los pensamientos de Hanna Arent, quien niega el mal radical puesto que el mal carece de raíz, ulteriormente desarrollada.[12]  De ser esto posible, lo desconozco, y menos en la figurabilidad de la clínica Psicoanalítica, a riesgo de caer en la trampa del solipsismo.*  Es por ello que en este desarrollo se describen distintas estructuras de compromiso en las redes inconscientes y concientes y aun otras que carecen de estructuras libidinales, ejecución del mal, que desbordan el género de lo humano.

En «El mito de la caverna» Platón usa la extraordinaria metáfora de los hombres «encadenados» viviendo un mundo de proyecciones  de sombras de  «otros» semejantes a través de la hoguera,  su ocasional fuente de luz, reflejada en pared de  la caverna. [13] En el mito,  el hombre se «libera» de las cadenas y enceguecido por el «sol»  ve el mundo del «otro» [o del Otro]*.

Al manifestar las vivencias de las diferencias, es tal la tenacidad de la creencia  [¿Escisión del sujeto?] de los hombres entre las  sombras,  que corre serio  riesgo su vida por haber  vivido la «libertad» de la luz y alcanzado El Saber.

Haciendo un enunciado provisorio y adelantado, en esta mítica Platón condensa  la problemática del  ser del hombre, de profunda vigencia, como veremos, en especial lo concerniente a la incompletud.

Posteriormente, en El Banquete, nuevamente acude a la metáfora en el problema del [Eros]*, concibiendo la idea del amor en un corcel alado en lo sublime y elevado de los cielos y un corcel terreno; felizmente, ambos se buscan y se encuentran en el fragor del [Eros]*. Concepción de la unidicidad en la perfección Griega del bien.[14]

Veremos más adelante como intento sostenerlo en las redes de la teoría Psicoanalítica.

En la metáfora, el hombre está encadenado  a ser sujeto de una historia mítica y fundante del paso  filo – ontogenético  en relación al otro.

Esta sería su constitución deseante [inconsciente reprimido y primitivo][15]

En el Génesis del Hexateuco, dice el exegeta: […Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él (el árbol del Saber y de la Verdad) se os abrirán los ojos y seréis como Dios conocedor del bien y del mal… dice  la serpiente a la mujer, quien tomó el fruto, comió, lo vio apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría y dio a su marido.[16]

Aun con la advertencia de estas letras como el antídoto de la razón y siguiendo la propuesta Freudiana en aras de la verdad, entrecruzo ambos discursos. El dualismo, por contraste del bien, y éste como el objeto más adecuado para el alma y la perfección de las ideas, la verdad de las cosas y  la belleza (Grecia del 365, A. de C).

En el mito de la Caverna, la idea del bien se representa, para algunos autores, en la idea de Dios; en este sentido, prefiero ceñirme al politeísmo de la época en la metáfora del sol. En la  forma de llegar «a ser», se deberá seguir ascendiendo de idea en idea, al principio «el ser» se sentirá enceguecido por la luz del sol; a ello se llega exclusivamente por la razón.  Parece manifestarse el tema de la libertad y la concepción de la esencia humana antes de ver la luz (¿del saber?). Quizás corresponda a la con-vicción del pecado de conocer y saber del bien y el mal de la tradición religiosa.

A pesar de las diferencias del tiempo histórico de la humanidad, y el atravesamiento de sentido de las verdades míticas en cuanto «al bien y al mal” en el dualismo de la ontogénesis, la Filosofía y la historia de las religiones  parecen seguir parecidos destinos.

En la elaboración, al articular los discursos intento develar el sentido de las figuras metafóricas de ambos, conciente de la sobre valoración otorgada.

En el Génesis, ¿cuál era la cualidad de lo humano, antes de la caída en el saber?, ¿cómo era el hombre?, ¿cómo pensarlo?, ¿existía lo malo y lo bueno?

15) Platón, El Banquete, ed. Aguilar Bs.As,1986

16) Freud, .S, Totem y Tabu, ed. A.E 13 Bs As 1976

17) Gerhadvon Rad, el libro del Génesis, ed, sigueme, Salamanca 1982

18) Holderling. F, Hiperion,ed, marymar, Bs. As. 1976.

Antes de que el hombre del mito de la Caverna platónica se libere al ser iluminado por el sol reconociéndose en el otro, ¿cuál era la calidad de lo humano? ¿Era el proto hombre completo? [idea platónica del amor].*

En relación a la «metafísica del mal», Hölderin mitifica sus ideas de la completud originaria del ser del hombre en sus diálogos internos con Hiperión en el siguiente estilo: [… gusta abismarse en las reminiscencias del pasado inocente. ¡OH dulce quietud de la infancia! ¡Quietud celestial!] [¡Cuántas veces me detengo ante ti, en muda contemplación, lleno del deseo de volver de encontrarte con el pensamiento. Pero, ¡ay!, sólo hemos conservado nociones exactas de lo que malo antes se ha tornado bueno ahora; de nuestra infancia, de nuestra inocencia, no sabemos ya nada.]  [Cuando yo era todavía un niñito «juicioso»*, que ignoraba todo los que nos rodea, ¿no era acaso «algo más» de lo que soy ahora,  después de tantas tribulaciones, meditaciones y luchas interiores?] [Sí, no cabe duda, mientras no se ha vestido con la piel de camaleón del hombre, el niño es el más feliz de los seres…][17]

Creo evidente la alusión a la completud de  «unicidad » del ser en la metáfora  de la niñez,  antes de ser elidido, como luego veremos, en el saber y por las diferencias sexuales en el sujeto.

Freud, en el edificio de la  teoría  sexual infantil, desarrolla  que el infante sostiene en sus creencias (his Majestic the baby) la unicidad sexual, la no diferencia de los sexos,  después  desplegadas en las sucesivas etapas del desarrollo libidinal.

Querría destacar que progresivamente el infans va desplegando su sexualidad y se va produciendo la caída de la concepción de unicidad sexual [ahora, sexual y no Adánica]* (teoría de la angustia, instaurada por la ley del padre) [elisión del sujeto.]*

En otros términos, el bastión del edificio Psicoanalítico, que es el basamento angular de la subjetivación, es decir  la » represión», termina demoliendo la [teoría del Uno del infans].*

Esta teoría alberga un sinnúmero de dificultades conceptuales tanto en el desarrollo diacrónico como en el sincrónico, y está desplegada  no como una maduración endógena evolucionista, sino más bien, en el orden significado y re-significado, de la historia de la subjetivación del infans.

La sexualidad se establece centrada en el concepto de pulsión y del deseo, en la intersubjetivación con el otro, es decir, el deseo del otro como el equivalente del [Eros]* (idea Platónica del amor en el hombre)

La sexualidad del infans, como decíamos, es compleja y no se sostiene por fuerzas erógenas internas del orden biológico. […Una solución podría buscarse en el concepto de fantasmas originarios, que en cierto modo viene a equilibrar la retroactividad…] […es sabido que Freud, bajo el nombre de fantasmas originarios, designa, apelando a la explicación filogenética, ciertos fantasmas originarios (escena originaria, castración, seducción) que pueden encontrarse en todo individuo y que informan la sexualidad humana. Esta no se explicaría por la simple maduración endógena de la pulsión: se constituiría en el seno de estructuras intersubjetivas que preexisten a su emergencia en el individuo…][18]

Podríamos sostener que si bien no es posible negar la  excitación endógena, es en la seducción del otro donde se busca la inacabada saturación placentera del deseo, «búsqueda insaciable de la completud»*

Merece una consideración aparte el tema de la seducción, tangente a los discursos establecidos; me refiero al  pensamiento de J. Baudrillard sobre «De la seducción» con el que  no acuerdo, en algunos aspectos de su teoría, cuando dice: […El sarcófago de la lingüística está bien sellado y recubierto por el sudario del significante…] para luego decir: […Así como el psicoanálisis ha recaído sobre la seducción, sudario del sentido oculto y de un aumento oculto de sentido, a expensas del abismo superficial de las apariencias…] [Freud ha abolido también la seducción, para instalar una mecánica de interpretación eminentemente operativa, una mecánica de represión eminentemente sexual objetiva…][19]

Pienso que J. Baudrillard pretende invertir el tablero teórico de Psicoanálisis, coronando lúcidamente la seducción. ¿Se puede pensar a la reina de la seducción vacía de contenido sexual? Disiento al entender que los textos semióticos de la seducción y la sexualidad están mirándose en el mismo espejo, en un borde imperceptible y mutante.

A través de la caída, invitado por la seducción, el hombre conoce el bien y el mal, desobedeciendo la ley de Dios. Mediante la caída de la unicidad sexual, seducido por los portadores de la ley, conoce el niño la elisión  por imperio de la represión, de lo malo, que ésta establece.

Se podría desplegar toda la teoría Psicoanalítica para verificar [el mal]* en el entrecruzamiento con el discurso Filosófico y Religioso antes descrito.

Hasta aquí, el costado del mal de origen libidinal, proveniente de la filosofía Griega, el Romanticismo Alemán y la creación del hombre en el Génesis.

En este pliegue teórico, el concepto de maldad inherente al hombre parece dejar entrever las luchas de la humanidad en cuanto a lo constituyente [del ser del sujeto].[20]

Se pregunta el autor, ¿puede el psicoanalista, en su trabajo, ignorar la maldad del sujeto?

Podría ser ésta la primera tesis de este ensayo de la «maldad in cierne»[21] del sujeto, con sustento libidinal aun tautológico, separa otra dimensión [del mal]* sin estructura libidinal, aquella del género no humano (carente de representación simbólica).

Señalaré sucintamente otros puntos en esta línea, en donde detenernos en este camino aciago y polvoriento de la maldad de distintas intensidades. Problema semiótico a tratar, que completa el concepto anteriormente desplegado.

En otro nivel de este desarrollo del mal en la historia de las religiones, nos dice el exegeta en  la tragedia vivida y simbolizada en Caín al dar muerte a su hermano Abel, hijos de Eva y Yahwe ¿? (Frases intraducibles del hebreo ,”et” adomay “con el señor”). Después que Caín comete  el primer crimen de la humanidad, según el Hexateuco […Yahwe dijo ¿qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo… Yahwe maldice al hombre, Caín, aunque labres el suelo, no te dará más de su fruto, vagabundo y errante serás en la tierra… Y Yahwe puso una señal a Caín, para que nadie le matara…],  señal inmanente del pecado, del crimen, de la maldad, primer testimonio indeleble en el hombre  con características enigmáticas, «Dios no perdona la maldad, la condena ante los hombres, protegiéndolo al mismo tiempo de que ellos  no le maten, testimonio ejemplificante y al mismo tiempo acuciante de dolor y clamor de  perdón.  Caín  sale de la presencia de Dios y se establece en el país de Nod, al oriente del EDEN. [22]

[Luego vendrán las alegorías, ¡¡ Y… tú podrás… cambiar tu destino!!…]*

Sobre la verdad mítica y haciendo giros de sentido con respeto a la letra sacra; ¿por qué no pensar la simbología del asesinato del padre? [matarás a tu padre y engendrarás el producto, marca metafórica de la humanidad… ¿castigo y designio divino?][23]

Yocasta sabía radicalmente el destino incestuoso de sus ardientes deseos; cómplice y promotora del acto, se suicida antes  de la verificación del drama, cuando Edipo presa de la culpa conoce su origen… y el haber dado muerte al padre. Si bien lo podríamos tomar como la incitación inconsciente al parricidio de ambos, la muerte al padre en el develamiento de la mítica es la causa de la marca humana; es este el concepto del mal  en tanto es constitutivo, más precisamente de la ética libidinal del sujeto (a), primera tesis del mal (una mirada que completa la fundación de sujeto antes desarrollada). [24].[25]

3-a Proposición sobre el mal infra –humano (genocidios y atrocidios), Nazismo, [la Shoá ][26]

Es preciso establecer diferencias en los distintos tipos de maldad, como antes señalara.

En este desarrollo, disiento con André Green, en [¿Por qué el mal?][27] cuando inscribe el concepto del mal enraizado en “la pulsión de muerte”.

Si bien Freud parece ambiguo en este pliegue, entiendo el concepto de pulsión como «insistencia libidinal», es decir, lo atingente a lo vital «aun muriendo, vivo».  En la contienda y en la lucha, siempre «hacia delante» inagotable «objeto causa del deseo»

Esta especulación no pretende refutar el concepto de pulsión de muerte, sino que le reserva un lugar más preciso en el hombre; el «instinto de muerte» no sólo como un despeje semántico, sino en esencia conceptual.

En estas estructuras teóricas, no acuerdo con “los arreglos a fines”, con acomodar la teoría para justificar los pretendidos aciertos; se presta a la confusión en la articulación teórico – clínica, tan densa y complicada en sí misma, haciendo del texto Psicoanalítico un panoptisismo (motivo de otro desarrollo).

Freud adscribe la pulsión de muerte en nociones y fundamentaciones especulativas […al principio presenté estas concepciones con la única intención de ver dónde conducían, pero, con los años, han adquirido tal poder sobre mí que ya no puedo pensar de otro modo…][28]

El concepto de pulsión de muerte  es ambivalente en el recorrido de la obra. Freud  manifiesta […una pulsión sería entonces un esfuerzo inherente a lo orgánico vivo, de reproducción de un estado anterior que lo vivo debió resignar bajo el influjo de fuerzas perturbadoras externas; sería una suerte de elasticidad orgánica o, si quiere, la exteriorización de la inercia en la vida orgánica…][29]

Más adelante dice: […que consistiría en la repetición de una vivencia primaria  de satisfacción; todas las satisfacciones sustitutivas reactivas, y todas las sublimaciones, son insuficientes para cancelar su tensión acuciante, y la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y  pretendido,  engendran el factor pulsionante.  La pulsión reprimida nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena,  que no admite aferrarse a ninguna de las situaciones establecidas sino que, en las palabras del poeta, “…acicatea, in domeñado hacia delante…”] [30]

En la misma  línea, Freud va a sostener otro concepto al referirse a la pulsión como “trieb” del alemán, es decir, lo discrimina con claridad de “instict”, reservado a la cadena biológica. Pero, curiosamente, en el desarrollo de la pulsión de muerte sobre la compulsión a repetir  usa «triebhaft», traducido como lo instintivo, impulsivo, de la literatura antigua alemana, passione de la lengua francesa (legado del Romanticismo Alemán)

Con derecho prefiero el uso de «instinto» al de pulsión de muerte, adscrito al registro biológico del piso somático antes señalado, como la «vuelta a lo inorgánico». De ese modo pienso más «coherente» el texto instintivo en el despliegue, del paso de lo óntico a lo ontológico, de [este hombre]*, sosteniendo más el estatuto de «instinto de muerte»  que el de  pulsión de muerte.

En ese plano de especulaciones teóricas, trasciende la semantización de «el mal», en tanto perteneciente a un texto de la cadena biogenética, desde un piso instintivo y no humano, o quizás de otro borde «de lo humano, no demasiado humano».

Este despliegue merece mayor densidad de profundización y ejemplificación sujeto a fines.*

Recientemente una producción cinematográfica  editó un film, “El sueño de una noche de invierno”, patetizando al “sueño de una noche de verano»  de Shakespeare; esta obra, sobre la guerra de Bosnia – Herzegovina, cuenta vivencias y experiencias  de [lo infra humano]*, referente a la maldad.

El personaje relata una experiencia en el frente de combate. Al llegar a una ciudad sitiada y ya devastada, observan en la oscuridad de la noche una casa con luces brillantes; al  acercarse, el marco de la ventana deja ver a una familia alrededor de la mesa. Este episodio de negación del horror duró segundos, hasta que el grupo comando lo diezmó a bocanadas de fuego irrumpiendo en el cálido recinto familiar y transformándolo en episodio dantesco de comedero entre cadáveres. Debajo de la mesa asoma un niño agonizando, y uno de los valientes combatientes le abre el cráneo con un golpe de fusil y convida sus sesos; uno de los soldados se desmaya y es despreciado  por cobarde.

¿Se pueden considerar del «género de lo humano»  ésta y tantas otras historias registradas «de llamaradas del infierno», con pretensiones de acceder al genero humano o animal?

Los testimonios abundan: más que genocidios, fueron verdaderos [«carnicidios»]*; carnicidios porque para la ideología del Nazismo el pueblo judío era considerado así, carne sin ser.

Estudios de la escuela semiótica de Tartu[31] trabajan el concepto [ego alter ego]* en la Cultura; desde esta postura, podríamos  pensar que la Alemania de Hitler era la cuarta escalada totalitaria en el sentido de la lengua, desconociendo las otras. Roma, la primera: en su imperio manifestaba «lo que aún no era Roma, era tierra de nadie»; no eran los limites geográficos, sino de la lengua. Después Alejandría, y Pedro el Grande en Rusia.[32]

La lengua como reconocimiento de lo humano y lo otro como lo Bárbaro, el caos, lo no humano, como el paisaje de la naturaleza.

Cuerpos que «no merecían vivir» (…en discursos políticos nacionalistas y carismáticos, elaborados maquiavélicamente, alentando a «vivir una vida que merezca ser vivida» reservada a los Arios, «habría otra que no»…).* En realidad, los ejecutantes de esta «maldad epopéyica» se veían reflejados en un mismo espejo. Sus egos eran re-vueltos, sin signos, es decir sin cualidad humana, decididamente porque carecían de ella.*

En otro nivel, los colonizadores pensaban que el nativo [no tenia alma], por lo tanto eran cuerpos que se confundían con la naturaleza del paisaje.*

Estos ejemplos, como La Shoá y tantos otros —para enumerar algunos, el Genocidio Armenio, el Estalinismo, el fratricidio Argentino, Bosnia Herzegovina, etc.— completan el mapa de la geografía del mal en distintos tiempos de la historia. La preocupación del autor es conceptuar la calidad de ese «infame llamado hombre», es decir, ¿cuál es el estatus de este supuesto hombre? ¿Se lo puede seguir llamando hombre?

El nivel  evolutivo animal tampoco alcanza ni resiste el concepto de esta figura, porque lo malo «trasciende al animal «, es un predicamento de lo humano y no de lo infra humano; si el animal mata lo hace por instinto de sobrevida, si el lobo mata sus crías, lo hace por defecto en las alternativas de supervivencia y para la prosecución de la especie,  no en sentido «Andro-morfo» (como veremos luego en los conceptos de H. Arendt, en el juicio a Eichmann)[33]

Desde esta línea, ¿cómo pensar la figura del mal infrahumano en un contexto libidinal, y darle la documentación de sujeto? ¿Se puede sostener sin fisuras que este horror de los testimonios sea el efecto de la pulsión, como antes disentía con André Green?

Es aquí que el autor, renuente al fracaso de los limites teóricos, queda sin palabras, y con esto «parece decir»  «lo que no se dice» en «esta figura».

Haciendo un último esfuerzo apelaríamos a la teoría traumática, la que podría dar alguna puntada teórica al respecto desde el silencio de lo no representado del trauma, la pura sustancia del agujero simbólico, vacío de significaciones. La pulsión de vida intentaría entretejer libidinalmente el sin sentido de lo traumático.*

En esta configuración, es impensable la práctica subjetivante del Psicoanálisis, al menos de acuerdo a la teoría aquí desplegada.*

Algo ciertamente  extremo en el orden cualitativo, sin contemplar [esta vertiente de eyección humana]* antes descripta, ocurre en la práctica Psicoanalítica con el «sujeto»,  soporte específico de los desarrollos  psicoanalíticos, en relación a las figuras del mal en la clínica tales como «los canallas» de Lacan, los que Freud no analizaba utilizando el test de las dos puertas, y “los malos muchachos” y  anormales  de Foucault, es decir, “los inanalizables”.

En esta hendidura, la maldad  que aquí sostengo decididamente no es analizable; el psicoanálisis rinde su potestad.

De cualquier modo, quiero despejar el concepto que pretendo desarrollar en el uso de “el mal» por fuera del borde pulsional; es decir, la [planificación de la maldad, o lo que antes decía “la enciclopedia Nazi del mal»]* y no como un tejido vivo[libidinal] de lo humano, ni animal, representados patéticamente en otros despliegues de crueldad.

Conciente de los atajos en este sendero sin conocer, prosigo titubeante en cuanto al “Theo” y el “logo” del Mal.

Me detengo en Freud, en especial en el concepto de huella mnémica, como heredero del pensamiento neurofisiológico periciclado, como experiencia, acontecimientos y formas de la historia del hombre que se inscriben en la memoria.[34]

Me gustaría ilustrar estos conceptos con el propósito de apelar a la capacidad virtual  del lector en sus huellas mnémicas, a fin de insistir en recordar y no repetir» historias de exasperante y aberrante maldad, en la historia pasada y reciente de la humanidad]*

Los sujetos en análisis ¿no están atravesados por la cultura y ésta no alberga, de alguna manera, al menos la potencia del mal? Más aún, ¿qué significa entonces el «lecho genético» del «ello», en la conformación del ideal del yo?[35]

¿No estamos, como sujetos analíticos, habitados en algún sitio de nuestra mente por el mal, que trato de conceptuar como inherente al sujeto, o de otras magnitudes?

El descubrimiento Freudiano de huella mnémica como representante de pensamiento «Neurofisiológico», fue nuevamente convalidado por el novedoso campo de las “Neurociencias”, en especial la “Neuroética”.

Este proyecto científico sostiene que nuestro cerebro  es una especie de máquina que se beneficia con ciertos grados de equilibrio entre la actividad de excitación y la inhibición. Los estudios siguen avanzando hasta deslindar recuerdos y emociones.  ¿Se podrá verificar neurobiológicamente «la maldad» del hombre, o  las cualidades afectivas amor – odio, que aunque tienen predicamento de dañar al otro lo hacen  desde la  calidad libidinal?

En 1931, en carta a Lothar Bickel, discípulo que le reclamara honestidad  en cuanto a la influencia que había tenido de Spinoza (filósofo excomulgado, el filósofo maldito del siglo XVIII por sus conceptos del hombre), Freud reconoce ampliamente su influencia, explicando su omisión por la insistencia de Spinoza (1632-1677) en justificar al hombre en su esencia como una sustancia Divina, algo admisible en la Filosofía de la época y apartado del espíritu científico de Freud.

De cualquier manera, Spinoza piensa al hombre como una unidad alma – cuerpo difiriendo con Descartes y su teoría del alma separada del cuerpo, y vislumbrando cómo las experiencias del hombre dejan sus marcas inscriptas en el cuerpo (huellas mnémicas inconscientes y  capacidad virtual de memoria de las atrocidades de la humanidad)[36].

Estas experiencias atesoradas en el inconsciente reprimido y no reprimido, en la inter-sinapsis, dirán los Neurobiólogos, ¿no albergan el mal como característica óntica y ontológica? (pregunta del autor al lector).

Siguiendo nuestro recorrido por las  “figuras del mal”, no hay en el laberinto de esta cadena de significaciones sobre la maldad del hombre nada comparable al furor descarnado  del Nazismo en el sentido conceptual y enciclopédico de la cultura del mal como figurabilidad del mismo, ejercido en los distintos planos ónticos y bestiales  de hordas  salvajes satisfaciendo el vacío de valores éticos en la sed y el hambre del primitivo, como así también en el nivel de pensamiento racional de elevada talla. Eichmann confesaba que seguía al Führer, y la filosofía de la moral de Kant.  (Ver Éticas disfrazadas de espiritualidades y  pasiones Nacionalistas).[37]

¿Cómo y por qué surge este criminalismo de enceguecido racismo y tiene tan fervorosa acogida en el pueblo Alemán?

En aquel espectáculo dantesco y wagneriano del gélido invierno del 1930, la masa de exaltados Alemanes que quería vengar las [humillaciones de Versalles]* descendía en cascadas; setecientos mil hombres del Ejercito Imperial, los paramilitares sumados a los jóvenes, encaramados en el [Ideal del Nacional Socialismo]*

Pasaban estoicos y airosamente en bocanadas de fuego de sus antorchas por las puertas de Brandemburgo; esas llamas que más tarde se usarían en el desenfreno de maldad en [La Fabrica de la Muerte mas espantosa del siglo XX]*  Marchaban cantando marcialmente el himno de gloria [Host wesel lied…]* y el oficial Nacional [Deutschland uber alles in der welt…. …]*[Alemania toda , por sobre el mundo], lo que Hitler más tarde usaría textual y literalmente, como antes señalaba en el sentido lingüístico [Alemania es todo , es el Uno ( La Nazi) …  lo otro es caos, distinto, no existe , sus vidas no merecen ser vividas…][38]

[Algunos postulados teóricos sostienen que este desarrollo surge como la necesaria e impensada refluencia que fermentaba desde el Racionalismo Iluminista del Siglo de las Luces, cuando el proletariado se sintió “seducido”, con sed digna de justicia, igualdad y fraternidad. ¿Quién escapa a esa ilusión? Las sucesivas frustraciones, las permanentes postergaciones de los desposeídos de todo orden de poder, fueron incubando lentamente esta lumbre de caos y maldad hecha carne.][39]  Teniendo en cuenta el zócalo histórico en la memoria imaginaria del  hombre, en  las historias transmitidas de generaciones en generaciones sobre  los sueños paradigmáticos del Iluminismo Francés, tomando la senda del estructuralismo histórico de Bourdieu, las influencias en mis pensamientos de Foucault, Freud y Lacan,  y tratando de seguir el sendero en cuanto a la arqueología de los saberes, pienso que cada estrato histórico, cada pliegue formativo implica una distribución de lo visible y enunciable válido y con efectos en una época  precisa, lo que no invalida efectos sostenidos en otros regímenes.

Estos gérmenes vivos  fueron virando de resistencias  y de virulencia ante todas y cada una de las injurias sufridas por «quienes estamos expuestos a sufrir  las inclemencias del mal de todos los tiempos». Teniendo en cuenta los gérmenes del Iluminismo, que más que francés fue del mundo entero, y las vicisitudes que antes describía, ¿cómo una teoría socio política posible desembocó en la enciclopedia del mal, como fue «la Shoá»?

Las consignas de destrucción satánicas del semejante estaban absolutamente fundadas con teorías filosóficas sostenidas por Heidegger, activo partidario del Nacional Socialismo  Alemán en 1935-36-37.[40] , bajo conceptos  de vida  éticos, como se decía, del bien y del mal, aún sociológicos y antropológicos, genéticos y étnicos, de salvaguardar al hombre Ario.

Esta institución de la violencia, masa informe que aumentaba su maldad en forma progresiva bajo las banderas  [del todo, del Uno]*, no tenía distinción de clase social, credos  ni religiones en el desenfreno de maldad configurativa.[41]

Algunas de sus pregnantes frases pregonaban «necesito repetirlas» “procurar una vida que merezca ser vivida”; ¿¿Es que “otras no”??

Toda la hoguera humana del pueblo Judío quedó impregnada de gases mortíferos, que aún hoy se respiran en nuestra humanidad, la tuya y la mía; si bien fue una  manifestación de extremo racismo, no es sólo la “fuerza destructora del mal” de los que odian  al pueblo Judío, creo que el problema es mucho más vasto, es el instinto asesino que habita al hombre descarnada y profundamente, como veíamos.*

Hay sensaciones genéticas que se transmiten de padres a hijos en los descendientes de Moisés, como marcas físicas que deberían ser extensivas a toda la humanidad, de imborrable  dolor  sin resignación, registradas a fuego sangrante en el lecho también de la memoria a la que aludía y que sólo cada judío lleva consigo (marcas indelebles del efecto de la maldad, en su ser, del hombre por el hombre).  Esto se atestigua en las plegarias en el Muro de los Lamentos que tenemos en nuestras mentes.

La carátula del mal, desde otra mirada, es la de ser «un hecho  no pensado”; en ese sentido, dice Hanna Arendt —una de las personas que más encarnecidamente ha luchado con el tema de la maldad, como ella denominó: la «fabrica de la muerte» en el proceso del  Nazismo,[42]— que la única cuestión pertinente que se ventilaba en el proceso Eichmann era un juicio (en última instancia, el suyo propio, no el del tribunal) que pusiera de manifiesto la responsabilidad de Eichmann por haber atentado contra la [pluralidad del genero humano en su conjunto, [] contra la diversidad humana como tal [::], sin la cual, ya las mismas palabras «género humano» o «humanidad» quedarían desprovistas de sentido][43].

En otros términos, en el juicio a Eichmann, Arendt descubrió que el sentido de los crímenes cometidos podía considerarse con toda justicia contra toda la humanidad, contra la condición humana, contra cada hombre.

Aquí Arendt va a delimitar «lo no pensado en Eichmann» como [la banalidad del mal]*; para ella no era una teoría, ni una doctrina, era «plausible» de repetirse en tanto no era pensado —situación terrorífica— ni al cometer los  hechos abyectos, ni en el banquillo de los acusados. [Esto es tremendo por los visos de repetir, en lo fatuo, la historia Genocida]*.

Querría detenerme en Hanna Arendt en el proceso Eichmann en Jerusalén, cuando usa el concepto de «Banalidad del mal», por el que se burlaron de ella, en su consideración de que un «hombre que no era un monstruo ni un demonio»  pudiera actuar como un extremo agente del mal.

Sumado al descubrimiento por parte de Arendt del compromiso en la función del pensamiento en Adolf Eichmann, considerando esta vicisitud de extrema peligrosidad, precisamente en el de-venir de repetir situaciones de desgarrante Maldad, [este es el núcleo del problema planeado en el Humanismo extremo y señero de la voluntad de Arendt, no limitado sólo a su pueblo sino a lesa humanidad, con lo cual no puede menos que erizar la piel de cualquier hombre]*

Tomaré este punto, con el que acuerdo plenamente, para articularlo, en especial con Freud y Spinoza, en distintos pasajes de este escrito, sobre las huellas de la memoria, que fija lo experiencial del hombre. Me refiero a la antropología Freudiana, en alusión de repetir la historia de atrocidades como ésta. Nunca  mayor necesidad de resaltar el postulado de Adorno, en cuanto a la Dialéctica negativa [Nunca más Auschwitz ][44].

Tomando el experimento Eichmann, nuevamente no se puede dejar de  acordar con los desarrollos de Arendt sobre la peculiar manera del funcionamiento del pensamiento de éste, tan eficaz en sentirse administrado en el cumplimiento de reglas en la sustanciación del proceso Criminal, en el banquillo, como de administrar las consignas y leyes del Nazismo, los que él decía «principios morales Kantianos” y en realidad eran «principios de Hitler.»

Aquí sostengo, sin querer patologizar la maldad como recurso inefable y justificable, que este modelo de funcionamiento del supuesto pensamiento son representaciones mentales de posibles pensamientos de otros, duplicados y transportados sin sustento simbólico; en realidad es [como- si] pensaran. Es un modelo bastante típico de los exitosos ejecutores de instrucciones deleznables, enmascarados de hombres, que tienen representaciones de signos lingüísticos sin resonancia afectiva en las consignas, y quedan azorados en los procesos de justicia al decir, sin experiencia emocional alguna, [no, nunca lo había pensado]*; algo que Arendt releva consternada.

Esto complementaría los descubrimientos de Arendt  en el sentido de que, en la medida de ser «principios» de otros, invocación a terceras figuras como raza, patria, justicia, etc., se borra la implicancia y compromisos del [mismo]* en la responsabilidad de los ejecutores de las aberraciones sabidas.[45] Y podría servir para explicar lo inexplicable de la absoluta falta de responsabilidad, aun de la sorpresa sospechosamente real de los criminales juzgados por esas aberraciones, como también el «hastío empático» , salvo excepciones, del pueblo Alemán.

Estos procedimientos de discursos caricaturescos, llamados pensamientos, son frecuentes y tienen especial acogida en los deficitarios de «con-ciencia » de sí en los ejércitos como el Prusiano, cuando se regodeaban del sometimiento sin responsabilidad [el superior tiene razón, y más cuando no la tiene]*. De esta síntesis surgieron las atrocidades de la [Maldita obediencia debida]*, tan resonante en nuestros oídos, no sólo de judíos y argentinos sino de todos los hombres y «el hombre».

Después de sesenta y tres años, el 23 de enero de este año se reconoce oficialmente el «atrocidio del Nazismo», la entrada del ejercito ruso a la usina del mal más siniestra del siglo XX, «la  SHOÁ», haciéndose  justo reconocimiento a las ideas de Hanna Arendt por la cierta falacia de un juicio por los crímenes y no por los crímenes de Lesa humanidad.*

Se establece así una diferencia sustancial entre la maldad consecuente al deseo inconsciente de causa libidinal preponderantemente en aras del Eros, y el crimen deliberado, el que  pretende pulverizar las huella de subjetividad del otro y que no resiste un planteo ético del Eros del sujeto; es el mal por el mal sin soporte libidinal, del orden de la pura sustancia de la nada. Sustancia de vacío de sentido; me refiero a la teoría de lo traumático en Freud[46], como antes decía y se amplía mas adelante.

Siguiendo nuestro planteo reflexivo, el autor se pregunta y le pregunta al lector: ¿puede el  analista enmudecer este registro humano?

Volviendo a Spinoza, “Las ideas que tenemos de los cuerpos exteriores indican más la constitución de nuestro cuerpo que la  naturaleza de los cuerpos exteriores”, es decir, aquello que se conoce no es la causa, es el efecto. A fin de cuentas, nuestro acceso al mundo es experiencial, referido a nuestro cuerpo, nuestro conocimiento es egocéntrico. Spinoza declara que nuestras percepciones dan lugar a ciertos registros no concientes… (proposición 16 Spinoza )[47]

Es Freud quien desarrolla estos conceptos en el lecho de la huellas mnémicas, registro tácito de las experiencias del hombre en su historia filo y ontogenética. (Pretendo destacar que el concepto críptico del mal está  registrado a fuego vivo en el ser del hombre desde su inicio óntico – ontológico, tesis central del autor)[48]

“Sólo se produce un cambio fundamental cuando la autoridad es internalizada al establecerse un Super Yo”. (Se refiere asimismo al concepto del ideal de yo y la conciencia moral, Freud, 1923)…” “En esta fase también deja de actuar el temor a ser descubierto y la diferencia entre el querer y hacer el mal, pues no puede ocultarse ante el  Super Yo, ni siquiera los pensamientos[49]

En este punto, se puede advertir la presencia indisimulada en la reformulación Antropológica Freudiana[50], y la fuerte inpregnancia mítica de la tradición religiosa, tragedia Cainíca, como resto mnémico de la herencia arcaica y el desarrollo de la “Ética” Freudiana.

Lo malo está regimentado por la conciencia moral. Este fundamento Psicoanalítico tiene extraordinario peso sustancial en la Cultura, la Ideología y sobre todo en la  Ética del Sujeto.

En la práctica analítica se establece una íntima íntersubjetividad, con fuerzas transferenciales entre el sujeto analista  y su analizado.[51]  En rigor, se trata  de una radical trans-subjetivacion en la inbricancia experiencial de ambos sujetos bajo análisis.   n.del.a

La  trans-subjetivacion, en “neurosis de transferencia“, es el terreno fértil en donde se abona el trabajo analítico (Ducharbeiten), elaboración. Considero a esta experiencia única  en sí misma y de alto  poder subversivo del sujeto, que mediante el trabajo  (Ducharbeiten)  bajo análisis, puede modificar el tejido institucional del psiquismo, es decir la arquitectura  del  Yo,  el  Ello y el Súper Yo, y por lo tanto, la ética del sujeto.

Imaginemos por un momento el desarrollo de la práctica del psicoanálisis en culturas bajo regímenes totalitarios, fundamentalmente criminales como el Nazismo.[ En la Alemania del Fürher, la A.P.I. tuvo que disfrazarse de sociedad de psicosomática con aquellos que no pudieron emigrar].

Le pregunto al lector sobre la responsabilidad del analista: en su accionar como  sujeto de la cultura, de especial peso tácito en sus palabras y en sus actos, ¿cómo operaban en el campo especifico entonces y ahora en relación a la Ética? Me pregunto,  ¿era posible instar a la reversión del sujeto en sus valores e ideales? Me refiero a los conceptos del ideal del yo, tanto del analista como del analizado, más aún, en las configuraciones “del mal”, como venimos diciendo, tan corriente en esos momentos, que hervían desde su raíces inconscientes y concientes.

¿O eran meros cómplices de la “gestald destructiva”, como figura del mal?

Después de esta apretada y pasional síntesis del problema del mal, y siguiendo nuestro propósito reflexivo, querría hacerme más preguntas. Las mismas que extiendo al lector, trasladándonos ahora  a la época del Proceso Argentino y a la  cultura actual.

¿Trabajamos en nuestros divanes la revolución posible del analizado en el microcosmo de la institución del sujeto? ¿En especial, lo contingente al mal que lo habita? ¿En el sentido de la revisión ética y  analíticas de las posibilidades de cambio ideológico?

Conciente del recorte del camino recorrido y  del tratamiento general de las “figuras del mal en la clínica”, el problema que se presenta, además de complicado en la historia, se hace supino cuando nos asomamos  a la hermenéutica de sujeto del inconsciente, para no contradecir a Lacan. (Concepto de subjetivación analítica, Lacan, Foucault, Reijhman)[52]

De cualquier modo, me gustaría incursionar en temas no tan trabajados de “las malas personas”, de la calificación vulgar de sus actos no conscientes de dañar al otro y sin levantar banderas de moral; para eso Freud  ya fue denostado por los moralistas de la Viena del siglo pasado.

De cualquier manera, pienso que con las mejores intenciones éticas se puede ocasionar el mal a los analizados, sosteniendo en un texto entelequial la dirección de la cura en sujetos enfermos cuyas subjetivación es más de las prácticas médicas , aclarando en la excepción de no «enfermatizar el mal».

Precisamente, incursiono en imperativos categorizantes que sostienen creencias convincentes de certezas que simultáneamente anulan el enunciado anterior. El poder de la cultura al pueblo, seducción  maldita, devenida Nazismo, el discurso de la moral burguesa  libertina del  fin de siglo, denostaba la teoría sexual infantil Freudiana; siguiendo este sendero, relacional y transrelacional de Bourdieu ,¿el excesivo y entelequial desarrollo teórico  del Psicoanálisis no se precipita en teorías clínicas de superficie? Denomino así a las prácticas clasificatorias  usadas sin discreción y con resultados sintomáticos a  corto plazo. Sostengo que el descarne teórico no es articulado con desarrollos clínicos suficientes, desembocando  en una brecha de vacío clínico causado por el exceso de esnobismo teórico «filo-criptico» devenido “efecto de maldad con las mejores intenciones.”

Consciente del enunciado, el efecto deviene en perjuicio del sujeto descarnado que idealiza la teoría y la práctica en la clínica;  de ese modo se frustra la proclama libertaria, ética y digna:  ahí  precisamente radica la maldad, que se encuentra sin buscar (Picasso, Lacan).

Desde estas ideas, decididamente prefiero el semblante del que sostiene una clínica viva, prefiero trabajar con la vida a las pulsiones destructivas del sujeto (no desconozco el sentido de la metáfora; «del muerto» sólo la invierto)

Bajo estas estrictas premisas de prudencia metodológica, propongo al menos una imagen de esta cuestión [evenement]  de extrema gravedad en el hombre. (2)

La primera hipótesis que desarrollé fue el mal constituyente del hombre tomando conceptos de la historia de las religiones, la Filosofía, la producción literaria y [el texto psicoanalítico], es decir, el sujeto del inconsciente; esta es la  hipótesis del mal del sujeto libidinal.

Este [mal] es sustancialmente distinto al de la segunda hipótesis, en la que puse todo el peso de las ideas de [El mal, de lo humano no demasiado humano], al que denomine del genero de lo infra humano, carente de textura libidinal de sujeto. Y en el borde de lo humano, «inanalizable», para el cual el cuerpo del Psicoanálisis tenía escasas palabras desde la teoría traumática Freudiana, negándole la «visa de sujeto» y por tanto de enfermatizar  «ese mal», me refiero a los  atrocidios que cometió el hombre.

Cuando Arendt recibe el premio Danés Soanning por su contribución a la civilización Europea en Copenhague, en 1975, (fue la primera mujer y americana en recibirlo; entre los anteriores estuvieron Churchill, Bertrand Russell, Albert Schweitzer, etc.) utiliza la metáfora de persona en el sentido latino del término, de las máscaras que usaban en el teatro los griegos, de raíz [per-sonare] (2)

Es decir, la voz que salía de ella, lo que se torna [identificable] pero no

[definible], una [«esteidad”] «irrepetible» y que perdura dentro de la mascara intercambiable  «del gran drama del mundo del hombre «.(2)

Estoy tomando el camino del pensamiento estructuralista de lo relacional y trans-relacional de  P. Bourdieu [2002](3)

Acudo aquí, como lo hizo Arendt, al precepto socrático «conócete a ti mismo» y al postulado Foucaultiano que dice «y hazte cargo de ti mismo», para poder establecer un juicio y señalar en la [esteidad de Arendt] que este es el mal del hombre por el hombre, y como sabemos,  siguiendo la metáfora de «persona» que  Arendt usó, estas acciones son imposibles de definir.

Con ese pesar ensayare una laguna conceptual de lo que para mi es «el mal [es como la luz ..irradiada de las aristas de un prisma que estalla  en el espacio sideral , imposible de atraparla en definiciones y cerclarla en descripciones identificables , por mas precisas que parezcan ; en ultima instancia es el efecto de la [aufhebung] Freudiana entre la naturaleza y el hombre concepción infinita de la cosa [das-ding]

Junto con ella, disiento en este  ,asunto con Paul  Ricoeur en cuanto a que el mal no es radical, y es de distintas densidades.

Es preciso establecer diferencias entre los distintos tipos de maldad, como antes señalara: la que Dostoiesvky desdcribió magníficamente en “Crimen y castigo”, cuando Ivanovich no toleró más los reproches de la conciencia moral y se auto condena culpable de  su maldad en el crimen, y la otra, la del género de lo infra humano.

En síntesis, existe a mi criterio un «otro» con pretensiones de sujeto que cae del tejido libidinal del hombre, para lo cual el cuerpo teórico del psicoanálisis no tiene palabras. Tomo estas ideas al identificar el mal en dos categorías, una libidinal y otra fuera del estatuto del sujeto, al que denominé de lo infra humano.

Para cerrar este relato acuerdo con Lacan al decir que  “los artistas se nos adelantan”. El año pasado, en la Galería Tate Modern en Londres, se realizó una intervención de Doris Salcedo (colombiana) primera latinoamericana en exponer obras allí; la performance consistió en una grieta de ciento sesenta y cuatro metros de largo sobre la sala de máquinas de la galería de arte, llamada shibbolet.

Doris dijo:

Esta intervención fue un testimonio del racismo, el odio y la maldad del hombre y tenía como atributo que en el fondo de la hendidura – herida había alambres de púas como simbolismo de la historia de los holocaustos  de la humanidad, y se reflejaba en los vidrios del la sala con efectos tridimensionales.

En la inauguración el curador dijo: [esta grieta quedará definitivamente en la galería como cicatriz de la maldad del hombre, cuya consigna fue ¿de qué lado estás?]

Me atrevo a concluir en el siguiente anhelo ¡que sea el diván donde nos vemos y miramos «la cicatriz» y tomemos compromiso con ella.


Bibliografía  consultada

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2) Arendt.H, Responsabilidad y Juicio, Ed. Paidós, Barcelona, 2007

3) Bourdieu P., El sentido práctico, Ed. Siglo XXI, Bs. As. 2007

4) Foucault M., [2000] Los Anormales, Edición Fondo de Cultura Económica, Bs. AS., pág. 27-37

5) LOC. [1996] La hermenéutica  del sujeto, Ed. Altmira, La Plata 1996

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7) Freud S., [1914] «Trabajos sobre técnica psicoanalítica» Recordar repetir y re-elaborar, O.C, Amorrortu Editores, S. XIX, Bs. As 1976

8) Freud S. Más allá del principio del placer, [… podemos decir que la pulsión de muerte es nuestra mítica…] A. E. XVIII, Bs. As., 1976

9) Freud S.[1924] «El yo y el Ello», O.C, Amorrortu Editores, XIX, Bs. As 1976

10) Freud S. [1930] «Malestar en la cultura», O.C, Amorrortu Editores XXI, Bs.As. 1976

11) Freud.S. [1932] «Nuevas Conferencias de introducción al Psicoanálisis» O.C,  Amorrortu editores,XXII Bs. As. 1976

13) Garzon Carlos E., Conferencia sobre el Holocausto, Córdoba, Obispo Mercadillo 1985

14) Gerhard von Rad, El libro del Génesis, Ed. Sígueme, Salamanca, 1982

13) Green A., La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud, (As. Fun. De la loc. Priv), Ed. A. E,  Bs. As, 1990, pág. 176[1]

14) Hopenhayn, Después del nihilismo, Ed. Bello, S. Chile, 1997;  Platón, El mito de la Caverna.

15) Lacan J., [1956] Escritos 1 La subversión del sujeto y el inconsciente Freudiano, Ed. Siglo XXI Spain 1971

16) Lacan J. [1956] Escritos 2 comentarios hablados de la «Verneinung» Freudiana por J.Hyppolite, Ed. Siglo XXI, Spain 1971

17) Nietzsche F.,[1880] Lo humano demasiado humano ,ed. Marciel Francesa, 1971

18) Rajchman J., Lacan, Foucault, y la cuestión de la Ética, Ecole Lacaniennee de Psychanalyse , México, 2001

19) Ricoeur P., Finitud y culpabilidad, Ed. Taurus, Madrid, 1982


* Autor: Agamenón – Temístocles Castellano 2050 – Villa Cabrera – 5009 Córdoba – Argentina

[1] Rajchman J., Lacan, Foucault, y la cuestión de la Ética, Ecole lacaniennee de Psychanalyse, México 2001

[2] Gerhard von Rad, El libro del Génesis, Ed.  Sígueme, Salamanca, 1982

[3] Ricoeur P.,  La Metáfora viva,  Ed.  Aurora, Bs.  As., 1977

[4] Ricoeur P., Finitud y culpabilidad, Ed. Taurus, Madrid, 1982

* Destacado del autor

[5] Niestzche F.,  Humano demasiado humano, Ed. Francesa Mercure, 1973

[6] Adorno y Kant, R. Ibarluzia, Filosofía Estética, Post grado de Filosofía U.N.C, 2007

[7] Spinoza, 2007

[8] Freud S., Lo inconsciente, Ed. A. E. XV, Bs. As, 1976

* Destacado del autor

[9] Coromina J., Diccionario Etimológico de la lengua Castellana, Ed. Gredos, 1994

[10] Notas del autor [clásico] en el sentido de la concepción de las obras del hombre del siglo XVIII,

abarcando el Romanticismo Alemán en especial Goethe y Hölderlin F., Ed. Marymar, 1976

[11] Foucault  M., Historia de la sexualidad, Ed. Siglo 21, Bs. As, 2006

* Destacados del autor

[12] Arendt H., Responsabilidad y juicio,  Ed. Paidós, 2007

[13] Hopenhayn, Después del nihilismo, Ed. Bello, S. Chile, 1997;  Platón, El mito de la Caverna.

* Destacados del autor

[14] Platón,  El Banquete, Ed. Aguilar, Bs. As, 1986

[15] Freud S., Totem y Tabú, Ed. A. E XIII, Bs. As, 1976

[16] Gerhad von Rad, El libro del Génesis, Ed. Sígueme, Salamanca, 1982

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[17] Hölderling F., Hiperion, Ed. Marymar, Bs. As, 1976

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[18] Laplanche  J.,  Pontalis J., Diccionario de Psicoanálisis, Ed. Labor, Bs. As, 1971

[19] Baudrillard J., De la Seducción, Ed. Cátedra, Madrid, 2007

* Destacados del autor

[20] Freud S., Totem y Tabú, Ed.  A. E. XIII, Bs. As. , 1976 (conceptos antropológicos de la condensación de la historia de la humanidad en el psiquismo del hombre)

[21] En cierne- Coromina J., Diccionario Etimológico de la lengua Castellana, Ed. Gredos, 1994

[22] Gerhard von Rad, El libro del Génesis, Ed. Sígueme, Salamanca 1982

* Destacado del autor

[23] Freud S., Final del complejo de Edipo,  Ed. A. E 23, Bs. As 1976

[24] Ibid

[25] Complejo de Edipo de Colona

[26] Rajchman J., Lacan, Foucault, y la cuestión de la Ética, Ecole Lacaniennee de Psychanalyse , México, 2001

[27] Green A., La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud, (As. Fun. De la loc. Priv), Ed. A. E,  Bs. As, 1990, pág. 176

[28] Freud S., Más allá del principio del placer, [… podemos decir que la pulsión de muerte es nuestra mítica…] A. E. XVIII, Bs. As., 1976

[29] Freud S., Más allá del principio del placer, [… podemos decir que la pulsión de muerte es nuestra mítica…] A. E. XVIII, Bs. As., 1976

[30] Freud S., Más allá del principio del placer, [… podemos decir que la pulsión de muerte es nuestra mítica…] A. E. XVIII, Bs. As., 1976

* Destacados del autor

[31] Lotman M., Versión on web, Semiótica de la cultura, Escuela de Tartu

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[32] Sonesson G., El ego conoce al alter (semiotica cultural) Bs. As, 2000 (version web line)

[33] Arendt.H, Responsabilidad y Juicio, Ed. Paidós, Barcelona, 2007

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[34] Freud S., Proyecto de una Psicología para neurólogos, Ed. A. E, Bs. As, 1976

[35] Laplanche J., Pontalais J., Diccionario de Psicoanálisis, Ed. Labor, Bs. As, 1981

[36] Arendt H., Responsabilidad y juicio, Ed. Paidós, 2007

[37] Arendt H., Responsabilidad y juicio, Ed. Paidós, 2007

* Destacados del autor

[38] Archivos Diario Nación y destacados del autor

[39] Elaboración del autor

[40] Heidegger M, Fue rector de la Universidad de Heidelberg durante ese período

* Destacados del autor

[41] Ibarluzia R., Estética, Post Grado Fac. Filosofía U.N C 2007

[42] Arendt H., Responsabilidad y juicio, Ed. Paidós, Barcelona, 2007

Conferencia del autor sobre aniversario de holocausto 1982

[43] Arendt H., Responsabilidad y juicio, Ed. Paidós, Barcelona, 2007

* Destacados del autor

[44] Adorno F.,  Kant E., R. Ibarluzia,  Post Grado De Filosofía U.N.C, Teoría dialéctica negativa , «Nunca mas Auschwiz», 2007

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[45] Arendt H., La condición humana, Surco, Barcelona, 2005

[46] Arendt H., Responsabilidad y juicio, Ed. Paidós, 2007

[47] Baruj Spinoza, La ética demostrada según el orden geométrico, Ed. Trotta (Edicion y traducción de Etilano Domínguez)

[48] Freud S., Final del complejo de Edipo, Ed. A. E 23, Bs. As., 1976

[49] Freud S., Malestar en la Cultura, Ed. A. E 23, Bs. As., 1976

[50] El yo y el ello, Freud 1923

[51] Green A., La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud (As. Fun. De la loc. Priv) Ed., A. E., Bs. As., 1990, pág. 176

[52] Freud S., Más allá del principio del placer … podemos decir que la pulsión de muerte es nuestra mítica…} A. E.  XVIII, Bs. As, 1976 – Lacan J., Seminario 2, El Yo en la teoría de Freud y en la clínica Psicoanalítica, Ed. Paidós, 1991 – Sonesson G., El Ego conoce al Alter (semiótica cultural) Bs. As. 2000 (versión web line)

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