INTRODUCCIÓN
En los albores de la teoría freudiana, sobre la base de la investigación de lo que se denomina «neurosis actuales”, Freud discrimina en correspondencia con Flies y otras publicaciones de los años 1894 – 1896. En neurastenia y neurosis de angustia.
Freud Centraliza la descripción de la neurosis de angustia como actual, de reciente aparición preponderando los síntomas de angustia indiscriminada, con síntomas somáticos fisiológicos variados, disnea, palpitaciones, dolores precordiales, insomnio, etc.
En cuanto a la etiología piensa de acuerdo a la observación clínica, que tanto en las mujeres como en el hombre, sería de carácter sexual por insatisfacción: coitus interruptus, eyaculación precoz, bloqueo emocional. En síntesis, es que la angustia en que se basa la neurosis “neurosis de angustia” no es susceptible de una descarga psíquica. Nos preguntamos y al mismo tiempo sospechamos la carencia de simbolización representativa del orden de los afectos, como luego en el desarrollo veremos.
Primeramente dentro de las categorías que nos son útiles a nuestro desarrollo, Freud distingue en las neurosis actuales, las neurastenias, neurosis de angustia y luego añade la hipocondría.
Señala que el origen de los conflictos no son de conflictos sexuales infantiles, sino del presente, que los síntomas no constituyen una expresión simbólica y sobredeterminada, sino que resulta directamente de la falta o inadecuación de la satisfacción sexual.
La palabra actual es para manifestar la etiología somática, mientras que las neurosis de transferencia se encuentran en la esfera psíquica.
El mecanismo de formación de los síntomas sería somático (transformación directa de excitación en angustia) y no simbólico.
El término actual significa carencia de mediaciones simbólicas representativas como los psiconeuróticos.
La disfunción entre conflicto de origen infantil, reactualizados y conflictos determinados en su mayor parte por la situación actual, se imponen en la práctica psicoanalítica, así la existencia de un conflicto actual agudo constituye un obstáculo para la práctica psicoanalítica.
En las psiconeurosis de transferencia, podemos encontrar síntomas vagos fisiológicos somáticos, por insatisfacción de los deseos inconscientes reprimidos que sería útil evaluar.
En la misma dirección se observará que en las concepciones de Freud los síntomas “actuales” son ante todo de tipo somático y que la antigua noción de neurosis actual conduce directamente a las concepciones modernas sobre las “afecciones psicosomáticas”.
Por último se observa que Freud sólo considera en su teoría la “no-satisfacción” de las pulsiones sexuales.
Se debería tener en cuenta igualmente en la génesis de los síntomas neuróticos actuales y psicosomáticos la supresión de la agresividad como luego veremos en el desarrollo.
El interés es evitar introducirme en la zona “psicosomática” en forma específica, sin antes reflexionar cómo las estructuras neuróticas comprometen el cuerpo “paralizándolo”, inhibiendo sus movimientos y “exponiendo” e éste a situaciones traumáticas. O padecer perturbaciones narcisistas, que nos arrastran a enfermedades más o menos graves. Intentaré algunas acotaciones a fin de limitar la calidad del compromiso somático en las diferentes perturbaciones antes mencionadas.
En lo referente a las conceptualizaciones y fundamentos teóricos de los procesos neuróticos, recurrimos a Freud. Tal como lo refiere en diversos pasajes, desde la “identificación” (vasto problema), hasta las investiduras del objeto de amor y de odio, típico de las neurosis de transferencia, como también de los movimientos libidinales del yo al objeto y la vuelta narcisa del objeto al yo, concepto de narcisismo.
Preservando lo esencial de la fundación del sujeto que Freud dice, acerca de la “represión primordial ” y la “represión” en su metapsicología. Dicho de otro modo “una teoría sexual infantil” queda refutada al devenir el “yo” y atravesar las diferencias sexuales fálico-castrado (diferenciación de los sexos). De este modo y enunciándolo rápidamente al advenir el superyo-represión mediante, devendrá el sujeto psíquico del inconsciente. De qué inconsciente si no el del producto de la revuelta edípica y a través de las pulsiones que deberán sublimarse, transformarse en ternura o reprimirse en aras del principio del Placer y en función de la pulsión de la vida.
Y nos preguntamos ¿Por qué de vida y no de muerte?
Aquí se abre otro difícil camino a desbrozar en el sentido del rigorismo teórico. En efecto, los problemas que la neurosis nos plantea, están centrados fundamentalmente en el dique de contención “de la pulsión” (sexual y de vida – muerte, en 1920) y sus aspiraciones de satisfacción. Desearía referirme a otros dilemas más específicos tales como los narcisos que comprometen la estructura misma de la pulsión a predominio no ya del “objeto de satisfacción” sino de la pulsión de muerte que tiende a la destrucción y aniquilamiento de la misma.
Volviendo al paradigma neurótico, sabemos y estamos advertidos por Freud que el Complejo de Edipo es el complejo nodular de las neurosis aunque luego agregará las otras patologías incluyendo las narcisas.
En dicho trabajo Freud dirá que parte se destruye (ocaso) y otra se reprime , o al decir de Echeverri “se va a pique en el fundamento”, más específicamente el sepultamiento del complejo. No obstante, diría que es un sepultamiento vivo , las pulsiones de vida seguirían perviviendo en su meta tal como la cita del poeta a la que Freud hecha a mano “acicatea, indomeñado, siempre hacia delante” del Fausto Goetheano.
Cuando Freud en el mismo libro refiere “…El esfuerzo infatigable de un grupo minoritario de individuos humanos hacia un mayor perfeccionamiento puede comprenderse sin violencia como el resultado de la represión de las pulsiones (Triebverdrangung) sobre la cual se edifica lo más valioso que hay en la cultura humana. La pulsión reprimida nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena, que consistiría en la repetición de una vivencia primaria de satisfacción, todas las formas sustitutivas y reactivas y todas las sublimaciones, son insuficientes para canelar su tención acuciante, y la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y el pretendido, engendra el factor pulsionante…” Hasta aquí vemos el desarrollo fundante del sujeto psiconeurótico estructurado en función de la sexualidad de la pulsión y del objeto de satisfacción .
Si bien hay autores que sostienen estructuras intermedias borderline, etc., como zona de transición entre las neurosis de objeto y las neurosis narcisistas o patologías narcisistas donde el propio yo es tomado como objeto, prefiero, en función del interés de este trabajo, referirme a estas últimas y en especial dentro de la amplia gama de estas, las que he señalado en otro trabajo como “patologías narcisistas a predominio de daño orgánico” (las llamadas “psicosomáticas”) .
Posterior a esta aclaración conceptual, desearía profundizar otros aspectos teóricos de estas patologías a los fines de delimitar los diagnósticos y poder establecer sus pronósticos en aras de la cura analítica .
He referido en el trabajo que cito, en el intento de establecer y construir “otra metapsicología”, específicas para estas patologías narcisistas.
Sostengo que las vicisitudes de las pulsiones y la estructura misma del deseo se ponen en movimiento no del inconsciente reprimido fundacional como refería en el problema psiconeurótico, sino por causas a establecer; estas estructuras pulsionales tienden a la defusión, quiero decir a la desexualización evidentemente no en forma plena, puesto que acarrearía la propia muerte, pero sí en cantidad y calidad suficiente como para perturbar intrínsecamente la estructura pulsional, he aquí el problema narciso.
Lo importante en estas patologías es que no son sustanciadas por pujanzas inconscientes provenientes de la represión en el sentido tópico dinámico y económico, en las manifestaciones de síntomas, sueño, lapsus y otras formas inconscientes que se presentan en la clínica de las psiconeurosis.
Postulo como más específico en estas perturbaciones narcisistas la desnaturalización de este funcionamiento del inconsciente, es decir la desexualización . Preponderando cierta magnitud de pulsión de muerte en el sentido de autodestrucción (selfdestruction) libidinal, desestructurando la pulsión tanto en relación al objeto como específicamente al yo y a sus proyecciones de superficie, es decir al cuerpo. En esta línea agregaría luz al postulado sobre “la depresión esencial” desarrollada por Pierre Marty.
Desde esta perspectiva me inclino por la hipótesis de otro inconsciente, lo inconsciente que ha devenido desexualizado.
Siguiendo este postulado teórico, la dinámica no sería básicamente efecto de lo reprimido (Triebverdrangung) sino que el dinamismo operaría en virtud de la renegación de una “teoría sexual”, la diferencia sexual (verlaungung) freudiana, facilitando el peculiar sistema de operancia desde lo que he conceptualizado como inconsciente renegado y desexualizado.
Dicho inconsciente (triebhaft) pulsionará en el sentido tópico desde lo real, pero vale la pena aclararlo, no exactamente de lo real lacaniano. Me parece que por momentos pueden superponerse los modelos teóricos con suma facilidad y en otros casos no. En tanto las ideas que postulo no están basamentadas en la teoría que Lacan desarrolla .
Aclarando aún más las ideas, pueden superponerse con lo que Lacan postuló como “forclusión” para las psicosis; que no es exactamente lo mismo a la renegación “verlaungung” freudiana de 1927.
Volviendo al tema, vemos cómo la dinámica cuantitativa atravesó los límites de contención libidinal pasando a ser comandada por la teoría traumática freudiana. Por lo tanto, el fundamento teórico del suceder psíquico, es insuficiente; como base haciéndose necesario recurrir al “más allá del principio del placer”.
Precisamente desde allí, la compulsión a repetir operará como en las neurosis traumáticas, tomando el mismo modelo. Los desgarros de deseos intentarán obtener a través de la dinámica repetitiva el estatuto de pulsión; tratando por ese expediente resolver el proceso que cuestiona la estructura misma de la pulsión en juego.
Desde lo real, el cuerpo, intentará recuperar el estatuto libidinal perdido ocasionado por el efecto disruptivo. Vemos así cómo el sistema dinámico se construye y precipita en un modelo tópico, diferente y particular a partir de otro inconsciente al que denomino desexualizo , en parte, y renegado, en lo real, es decir el propio cuerpo.
Desde esta perspectiva el problema y la estructura libidinal del neurótico parece ser metapsicológicamente diferente.
A razón de la sobreexigencia pulsional, estas energías se desbordan en el sentido traumático, haciéndose necesario el basamento de otra metapsicología a partir de renegado y desexualizado. Por el camino de este desarrollo y a partir de los efectos disruptivos que observamos en nuestros analizados; podemos intentar la difícil delimitación clínica de los efectos somáticos en los problemas neuróticos o narcisos.
Desearía ahondar aún más en mis ideas, acordando con otros autores tales como Paul Lefebvre, P. Marty y Dejours. Acuerdo con sus postulaciones en términos generales, y en especial cuando se refieren a la diferencia de las somatizaciones psiconeuróticas y otras de mayor compromiso “como avatares en las nociones de destrucción y de violencia compulsiva”, como referíamos en la introducción.
C. Dejours refiere en un pasaje sobre la violencia y somatización lo siguiente: “Hay que buscar una relación de violencia frente a una prueba de realidad que ha hecho efracción a través de la barreta de la denegación. Si la violencia no es elaborada, padece un destino particular. La supresión (Unterdruckung). El exceso de excitación resulta de una degradación de la violencia que conduce, a fin de cuentas, a la somatización. Esta supresión debe ser diferenciada de la represión (verdrangung) que sólo puede interesar a pensamientos representados simbólicamente” . Acuerdo con lo dicho por Dejours, encontrando algún parecido a las hipótesis de los problemas que planteo, pero evidentemente el compromiso en la simbolización es otro problema a revisar. Creo que la capacidad simbolizante del llamado psicosomático a quien como decía prefiero la denominación de patologías narcisas, está alterado por efecto de una estructuración metapsicológica particular, pero no en forma total. Sostendría con P. Marty que precisamente existe en estas patologías una “potencia estructurante” u organizativa.
El pensamiento operatorio descrito por Marty y col., si bien parece enunciar el problema de la pobreza en la capacidad simbolizante de estos pacientes, quedaría como una descripción calificativa en el sentido fenomenológico si no la articulamos como P. Marty a posteriori lo hace a través de las regresiones reorganizadoras y la potencia de recuperar la representabilidad en la capacidad simbólica del mundo de fantasías, a la manera del funcionamiento neurótico.
ALGUNAS ADVERTENCIAS
Las conceptualizaciones teóricas no fueron tenidas en cuenta en forma particular, sino a posteriori de la experiencia cuando pudimos dar forma e interrelacionar las experiencias con personas fundamentalmente neuróticas y otras que no lo eran.
Posiblemente las experiencias analíticas y los fundamentos teóricos que sostenían esa práctica, nos hicieron reflexionar sobre que los conceptos de analizabilidad no son los mismos que Freud nos legara, haciéndose necesario revisar dichas ideas tanto para problemas de índole neurótica como los de tipo narciso, particularmente .
Por otro lado y en la misma línea de pensamiento, en la obra freudiana, interarticulan distintas teorías del conocimiento científico tales como la Introducción al Narcisismo; pulsión de vida y muerte, y la teoría de la primera tópica. Es decir, estas relaciones interteóricas pueden dar cuenta en su praxis de otras patologías no psiconeuróticas. He ahí el problema en donde la psicopatología pierde pie delimitativo. Parece que la concepción teórica y su práctica amplían el campo, y es que el psicoanálisis como teoría del conocimiento no tiene exclusividad neurótica.
Por lo tanto la teoría de la libido objetal merece ser revisada. Precisamente ese es el punto de nuestro interés en testas reflexiones. Al introducir Freud el Narcisismo, abre el postulado de la movilidad al objeto narciso , estructurante, en tanto el yo y el mundo circundante es investido en forma alternativa. Particularmente y mediante esta alternancia sumada al concepto de pulsión de vida y muerte, el psiquismo se organizará o tenderá a la defusión pulsional (enfermedades psicosomáticas).
Por lo tanto esta lógica deductiva fiel a Freud, se llega a otro concepto que es el de regresión a momentos más seguros y organizados en el sentido libidinal y vital, acordando las ideas de Regresiones Reorganizativas de P. Marty.
Es a partir de este concepto que podemos implementar el trabajo terapéutico en forma progrediente, relevando la importancia de las reconstrucciones históricas de cada paciente.
A través de las reflexiones teóricas y clínicas hemos intentado afianzar la hipótesis de “otra metapsicología” propia de las perturbaciones narcisas. Siguiendo esta línea de pensamiento es posible reformular las distintas variables terapéuticas en el sentido psicoanalítico, poniendo el énfasis para estas patologías, en las construcciones históricas de los pacientes.
Freud. “Neurosis de Angustia” . López Ballestero. T.I. pág. 188.
J. LAPLANCHE. J.B. PONTALIS. Diccionario Psicoanalítico.
Denomino “zona psicosomática” por ser precisamente fronteras inespecíficas.
El autor prefiere la calificación casi antropológica de “primordial” a los fines de eludir lo atingente a lo primario, que exagera la corriente evolucionista en Freud.
Represión propiamente dicha y fundante incluyendo también las llamadas secundarias (para evitar distracciones).
Avenburg, prefiere “naufragio” a “ocaso”, en tanto este último parece tener más raigambre filosófica. (Ver Bibliografía).
Más allá del principio del placer.
El remarcado y la tautología de la sexualidad de la pulsión es intencional del autor.
Ver Bibliografía.
Garzón C. “Reflexiones sobre el concepto de renegación” . Revista de Psicoanálisis XXX. 1986.
Vasto problema que merece ser modularmente tratado, pero no es aquí pertinente.